Un robot que se arrastra por el fondo del mar recoge valiosos datos sobre las profundidades marinas

El Benthic Rover II se desplaza de forma autónoma por los fondos marinos durante un año

Aunque los fondos marinos puedan parecer aislados de la vida en el resto del planeta, en realidad desempeñan un papel vital en el ciclo global del carbono. Los científicos están comprendiendo ahora mejor ese papel, gracias a un rover robótico submarino de seguimiento.

Conocido como Benthic Rover II, este vehículo autónomo de aguas profundas fue diseñado por un equipo del Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterrey (MBARI).

Durante los últimos siete años, se ha utilizado continuamente en un lugar llamado Estación M, situado a 225 km (140 millas) de la costa de California central. Allí ha estado recopilando datos sobre el modo en que los organismos del fondo marino abisal reciclan el carbono que cae continuamente desde arriba, que está contenido en la materia orgánica, como plantas y animales muertos, y en los residuos excretados.

El Benthic Rover II mide 2,6 m de largo por 1,7 m de ancho y 1,5 m de alto (8,5 por 5,6 por 4,9 pies)

Al comienzo de cada uno de sus ciclos de un año, el rover, con cuerpo de titanio en su mayor parte, se baja al agua desde la cubierta de un buque de apoyo en superficie con tripulación, y luego se suelta y se le deja caer 4.000 m hasta el fondo -está clasificado para una profundidad máxima de 6.000 m-. Una vez que aterriza sobre sus orugas de goma dobles, comprueba la dirección de la corriente y avanza hasta una sección del fondo marino que no haya sido alterada.

Benthic Rover II

El Benthic Rover II utiliza cámaras a bordo para grabar imágenes de la vida marina, como este pez cola de rata (Coryphaenoides sp.)MBARI

A continuación, se dedica a medir la cantidad de fitoplancton y restos vegetales recién caídos en la zona, utilizando una luz azul que provoca la fluorescencia de la clorofila que contienen. También registra la temperatura del agua y la concentración de oxígeno, además de medir el consumo de oxígeno (y por tanto la producción de dióxido de carbono) de los organismos que viven en el lodo.

Para ello se utilizan dos cámaras respiratorias transparentes que se introducen en el lodo y se dejan durante 48 horas. Una vez transcurrido ese tiempo y levantadas las cámaras, el rover avanza 10 m y vuelve a realizar todas las pruebas, y continúa haciéndolo durante aproximadamente un año, en el que se alimenta de las baterías de a bordo.

Como el rover no puede transmitir directamente a la costa (las ondas de radio no viajan bien a través del agua), un vehículo autónomo de superficie Wave Glider viaja a la Estación M cuatro veces al año. El rover transmite su ubicación y estado operativo a través del agua en forma de pulsos acústicos, que son recogidos por el Glider, que a su vez transmite la información a la costa vía satélite.

Al cabo de un año, el rover se transporta a un barco en la superficie para cambiar las baterías, descargar los datos grabados y realizar el mantenimiento necesario. A continuación, se devuelve al lecho marino.

En un artículo publicado recientemente, los científicos del MBARI han descrito algunas de las formas en que el Benthic Rover II ha contribuido a nuestro conocimiento del fondo marino abisal. Entre ellas se encuentra el descubrimiento de que entre noviembre de 2015 y 2020 se produjo un gran aumento de la cantidad de fitoplancton muerto y materia vegetal que se hunde en el fondo, acompañado de una disminución del oxígeno disuelto en el agua por encima del lecho marino.

Los investigadores afirman que si se hubieran utilizado equipos tradicionales de recogida de datos a corto plazo, no se habrían detectado estos cambios.

Puede ver el rover en acción, en el siguiente vídeo.

El rover de aguas profundas proporciona datos a largo plazo sobre el ciclo del carbono y el cambio climático

Fuente: Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterey

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